Ángel caído con su falda levantada lumbar déjame beber de su bosque como su corazón delimita hacia adelante en una piscina radiante de agua dulce. Con la navaja en la mano que recortará su cuello hasta que el tendón se rompe suavemente desde el hueso. En su sangre voy a revolcarse como la carrera de pescado en el barbecho desnudo con crema desolado que tocan su pelo enredado. La carne es tierna y la pechuga con guarnición de pasta celulósica en gigolo sol de un manitas.
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