Con los ojos vidriosos tenían su bebida, un poco de vino tinto sólo lo suficiente para hacer que piensan porque los segundos llegaron en espiral y torciendo todo. Tal vez fue la música que pulsaba a través de sus cabezas giratorias, pensamientos de vírgenes eróticas jóvenes una imagen divina de los dioses encantadores, se podía oír el viento soplar como la brisa suavemente tocó su piel, ya que era el cielo que poner solo a la muerte, cortada por la espada desenvainada en uno mismo en dos.
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